“Dr. No como. Paso el día sin comer, sin hambre y… engordo. ¿Tiene explicación?”
Es una de las primeras preguntas de la mayoría de los pacientes en sus primera consulta.
España es un país de costumbres nutricionalmente peculiares. Es un país criticado por sus horarios, siesta, etc. pero, lo que es indudable es que gozamos de una de las mejores gastronomías del mundo. Una culinaria de lo más tradicional y una escuela familiar que conserva y transmite de padres a hijos este inmenso patrimonio dietético.
Pero no todo el monte es orégano , hemos heredado costumbres insanas. No hacen falta cuestionarios dietéticos extensos ni lo que los Nutricionistas llamamos cuestionario “recuerdo 24h” para evaluar la idoneidad de la dieta de las familias españolas. Me basta con hacer esta pregunta a colegas de mi generación: ¿recordáis a vuestro padre desayunar? La mayoría responden un titubeante “no” ante lo aparentemente absurdo de la familia.
El español de edad mediana siempre ha salido de casa con un café con leche y poco más, en el mejor de los casos, si no tomarlo en el bar de la esquina, en el de toda la vida. El primer desayuno del día, se hace a eso de las 11 de la mañana, casi cuando en el resto de Europa se disponen a almorzar.
El desayuno de mesa y mantel es cosa de “guiris.” El desayuno en familia, es algo que siempre hemos visto en las series americanas. Es algo “no propio”. Marcas conocidas de cereales de desayuno irrumpieron en los años 80 con una publicidad dirigida a los más pequeños de la casa, lo que no consiguió otra cosa que hacer creer a nuestros mayores que un desayuno con cereales con leche se trataba de una moda o capricho de niños.
De tales mimbres… estos cestos. Consultas llenas de malas distribuciones energéticas. Me explico. Una persona, para nada más respirar, mantener la tensión de su músculo esquelético, visceral, mantener el latido del corazón etc etc. necesita una gran cantidad de energía. Conocer esas calorías necesarias para el reposo suele ser una de las primeras sorpresas. Sí, es mucha, más de lo que imaginas. La mayoría de las calorías que necesitamos son para estar en reposo. Es lo que conocemos como Tasa metabólica basal (TMB) o Metabolismo Basal (MB). Si quIeres conocerlo, hay muuuchas fórmulas. La más sencilla, de andar por casa, multiplica tu peso por 22,2. Esas son las calorías mínimas para mantenerse vivo.
Llegados a este punto y enlazando con la pregunta que nos ocupa.
¡Si no como! ¿Cómo engordo?
Por dos motivos, uno de ellos, fácil de explicar con un símil automovilístico. Si a la moto no le echas gasolina, ésta se para. Si la moto fuera inteligente, la moto disminuiría el ralentí o el número de vueltas que da el motor cuando está parada pero arrancada, para no pararse. Nuestro organismo sí que funciona de forma inteligente, por lo que, disminuye ese gasto energético en reposo o MB para evitar pararse. Si papá no desayuna, no le dice al cerebro que tendrá energía durante todo el día, por tanto, un día y otro y otro y otro… el organismo activa el “modo supervivencia” y por tanto, gasta menos cuando está en reposo. Lo que a la larga se traduce en un estado metabólico perezoso y acumulativo, siempre guardando provisiones.
El segundo motivo, es la mala distribución energética que existe en nuestro país. Es decir, se recomienda distribuir la energía de la dieta (que son las calorías calculadas a partir de ese MB añadiendo el gasto por actividad física ) en cinco o seis ingestas, según los horarios de la persona. La primera comida del día debe ser aquella que rompe el ayuno, la que nos des – ayuna, que como su propio nombre indica es el desayuno. Un desayuno rico en hidratos de carbono, proteínas y grasas activa nuestro metabolismo. Seguido de un tentenpie a media mañana y otro cuando sea menester teniendo en cuenta la regla de “no dejar pasar más de 2-3h de ayuno” , un almuerzo, merienda, y cena.
Con esta distribución de la energía, en cinco o seis ingestas al día, siendo el desayuno y almuerzo las comidas más copiosas, con unos óptimos tentenpies y meriendas no solo conseguimos desactivar ese “modo supervivencia” sino incrementar la termogénesis inducida por los alimentos que no es otra cosa que el calor que el organismo genera cada vez que tiene que digerir, metabolizar, distribuir, eliminar, etc un alimento (¿quién no ha entrado en calor con un buen puchero?)
Distribución energética óptima que contrasta con la de la dieta típica española de café en la calle, almuerzo copioso, siesta y cena. Distribución que utilizamos como herramienta para la prevención de problemas relacionados con la nutrición como el sobrepeso y la obesidad.
Si, se que en la siguiente consulta vendrán diciendo: “¡imposible haber perdido un gramo! ¡he comido como nunca!”
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Eduardo Agudo Aponte
Nutricionista