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No es obesidad, es desnutrición

A mediados de S.XX no eran muchos los medios de que se disponía para diagnosticar o ponerle nombre a un problema que ya empezó a ser preocupante en pacientes adultos de mediana edad como era el sobrepeso. Bastaba una simple ecuación que relacionaba el peso con la altura para obtener una medida con valor diagnóstico que conocemos como el índice de masa corporal (por sus siglas, IMC).

El IMC ha quedado completamente obsoleto no solo en cuanto diagnóstico sino también en relación al objetivo concreto a marcar en la perdida de peso. Son multitud los pacientes que en clínica se sorprenden al indicarles el peso saludable para conseguir un IMC correcto y saludable.

Demostramos cada día que es un valor que no guarda relación con la composición real del paciente con obesidad y sobre peso. Por tanto, teniendo a nuestra disposición herramientas capaces de medir la composición corporal del paciente, y entendiendo y sabiendo interpretar los datos que dichas herramientas nos dan, podemos marcar un objetivo de composición corporal saludable y seguir la evolución más allá del peso.

Obteniendo los datos de composición corporal del paciente observamos que en la inmensa mayoría de ellos la disminución de tejido muscular es tremendamente notable, y posiblemente esa sea la verdadera base y origen de su sobrepeso. Ahora bien, no debemos caer en el error de pensar que esa falta de tejido magro se debe a la inactividad o reposo del paciente, que también, si no a algo más allá de cosas tan simples como el hacer un poco +de ejercicio como es la nutrición proteica y el estrés.

 

¿Por qué funcionan las dietas hiperproteicas?

Dado que en la mayoría de los casos de sobrepeso u obesidad hay una carencia de tejido muscular (no solo del tejido músculo-esquelético, ese que se desarrolla en el gimnasio) si no de toda la musculatura lisa (visceral) del organismo, y esa carencia es en parte producida por grandes periodos de ayuno (mas de 5h diarias de ayuno durante el día) y una falta de proteína en la dieta. La dosis requerida de proteínas por una persona sana este 0,8 – 1g de proteínas por Kg de peso, siendo mayor en deportistas. Si no se cubre la cantidad de proteínas suficientes en la dieta habrá una renovación negativa de los tejidos musculares, es decir, una degradación la masa muscular. Teniendo en cuenta que los tejidos musculares son los más receptivos o, podemos llamarle “absorbentes” de glucosa, al padecer una carencia de los mismos, ocurre una inefectividad en la combustión de la glucosa a nivel generalizado, creando un estado idóneo para el sobrepeso (glucosa no eficientemente metabolizada, glucosa disponible para guardarse en formato grasa en el michelín). Es por ello por lo que dietas que se basan en la ingestión de proteínas a grandes dosis (Dukan suele aportar una dosis de proteínas de 4 a 6g/Kg, el doble de lo normal en deportistas de élite), solucionan este problema de base. Es decir, matan moscas a cañonazos.

El estrés engorda.

Uno de los causantes de que exista esa desnutrición a nivel proteico puede tener su origen en el exceso de niveles de estrés. La hormona del estrés, conocida como cortisol, en exceso, al igual que un tratamiento con corticosteroides , tiene una acción proteolítica, degradante de la materia muscular. Si además le añadimos periodos largos de ayuno incurriendo ya de por si al “no aporte” de proteínas, los niveles de cortisol se elevan aún más, agravando la situación.

Por tanto, no está gordo, está desnutrido. Cubra las cantidades necesarias de proteínas, coma cada 2 o 3 horas y será capaz de modificar el estado energético de su organismo, disminuyendo el estrés metabólico y consiguiendo por tanto el fin último, la óptima utilización de la glucosa como combustible, que debe ser la base de todo tratamiento de la obesidad.

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Por Eduardo Agudo Aponte

Nutricionista